Esta boda en el restaurante Monte la Reina es el culmen de meses de preparativos e ilusiones. Como fotógrafo de bodas en Zamora me encanta ver que los novios se implican y ponen cariño a preparar este gran día y sobre todo, ver que se rodean de un ambiente de personas que les aprecian y quieren.
Desde el primer momento me sentí muy a gusto con Clara y Cesáreo, ya sabéis lo importante que es tener confianza y conexión con las parejas, tanto para que yo trabaje mejor como para vosotros estéis relajados y sobre todo, porque así es más divertido! Lo podéis comprobar viendo su preboda en la nieve .
Fotógrafo de bodas en Zamora
Cesáreo nació en Zamora, una pequeña ciudad con mucho encanto y decidieron que la ceremonia fuera en la iglesia de San Cipriano. Nunca había realizado un reportaje de bodas en Zamora y la iglesia me encantó, acogedora, con una luz tenue y romántica, abrigada por muros de piedra.
Clara se vistió en el Parador, acompañada de amigas, idea que me parece estupenda, qué mejor que vivir estos momentos estando rodeada de aquellas personas con las que tanto has compartido.
Algo que tiene Zamora es que al ser pequeña, las distancias son cortas y más en este caso, donde la iglesia esta a escasos metros por lo que Clara pudo ir caminando disfrutando del sol de las últimas tardes de verano a la ceremonia.
Como marca la tradición, el novio llegó antes y aunque Clara le hizo esperar un poco, valió la pena ya solo al verla entrar, pues un fuerte contraluz enmarcaba su silueta mientras todos se fijaban tanto en lo bonita que estaba junto con su padre, como en su precioso vestido de Clara Brea y el tocado de Puntulina tocados .
Boda en bodega Monte La Reina
Al acabar la ceremonia nos dirigimos hacia la bodega Monte La Reina , aprovechamos antes de que llegaran los invitados para realizar el reportaje. El lugar es precioso, tiene unos bonitos alrededores que especialmente, en esa tarde de septiembre, eran bañados por una luz espectacular.
Como fotógrafo de bodas disfruto mucho estos momentos aunque he de decir que duran muy poco, por lo que aquí se nota el haber realizado las fotografías de preboda para que todo fluya y se puede aprovechar al máximo.
Después el cocktail, la cena fue en los amplios salones del restaurante. A parte de hacer una entrada molona, la dinamizaron con juegos y detalles a seres queridos para acabar, cómo no, bailando y disfrutando en la pista de baile.
Sus palabras, sus sentimientos
Contar las emociones que ellos vivieron para mi seria imposible, así que le pedí a Clara que me escribiera qué significó su boda en Monte La Reina para ella, y qué decir, creo que todos deberíais leer estas bonitas palabras!
«Todos los que hemos pasado por este paso llamado “boda” hemos escuchado en innumerables ocasiones que tenemos que relajarnos y disfrutar de los preparativos para poder disfrutar también, en última estancia, del día B. Lo que no se cuenta es que todo esto se complica cuando te pasas las semanas anteriores haciendo una mudanza inesperada y con la madre de la novia ingresada en un hospital.
Se empeñan en decirte que todo va a salir estupendamente y que se va a pasar rapidísimo. Que da igual si llueve o hace mucho calor. Que la gente no se va a fijar en las flores. Que si el menú no gusta a los invitados, pues que se aguanten. Una y otra vez. Que no tienes que sentir nervios y que al final son solo unas horas… Unas horas de las que nosotros queremos recordar cada momento que vivimos e imaginar los que no gracias a los recuerdos en fotografía de boda que nos quedan de ese día. Momentos para toda la vida. La novia quiere sentir los ratitos previos del novio y recordar a las mujeres de su vida, las que estaban ahí cuando se vestía. Los dos queremos recordar a los amigos del alma que aparecieron en el último momento para desearnos suerte. El momento en el que la novia salía de su escondite y caminaba hacia la puerta de la iglesia. Y el momento en el que entraba en ella del brazo del padrino. Las palabras más emotivas y los discursos más sinceros. Los besos a escondidas en la iglesia y las lágrimas, no tan escondidas. La familia. Los amigos. Los compañeros.
Queremos recordar siempre los únicos momentos que vivimos a solas, quizá tan especiales como todos los vividos desde que estamos juntos. Tan bonitos como ese atardecer que nunca olvidaremos. O como la vistosa entrada que hicimos al restaurante, más vergonzosos que románticos. Y la emoción de la amiga afortunada que recibió el ramo. Y la emoción de los amigos a los que regalamos unos detalles que, para nosotros, eran tan especiales como ellos. Y los abrazos y los besos que nos dieron. Queremos recordar siempre que la amistad no entiende de distancias y que los brindis entre amigos son otra forma de celebrarla. Y que hay que defenderla a capa y espada.
Ojalá algún día se pare el mundo y nos pille bailando de nuevo, como aquel 15 de septiembre. Y que nunca olvidemos el que ha sido, hasta ahora, el día más feliz de nuestra vida.»